El consumo de bebidas energéticas se ha popularizado de forma espectacular en las últimas décadas, especialmente entre la población más joven, donde se ha puesto de moda y se ha convertido en un elemento más asociado a momentos de diversión y otros donde se necesita tener un mayor rendimiento o superar el cansancio, de ahí la denominación comercial de “energética”.
El problema de fondo es que no dejan de ser una mezcla de cafeína, azúcar y otros estimulantes en cantidades que pueden tener efectos nada recomendables en diferentes sectores de la población.
No deja de ser curioso que, de acuerdo con el informe científico publicado en 2021, no existe una clasificación, denominación ni reglamentación específica para las bebidas energéticas, y esto a pesar de la preocupación que generan su consumo especialmente en el consumidor joven y frente a otros alimentos que están claramente regulados, como el alcohol y el tabaco.
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, consciente de ello, ha publicado un Informe del Comité Científico sobre los riesgos asociados al consumo de bebidas energéticas, así como una serie de recomendaciones sobre el consumo de bebidas energéticas:
- Evita su consumo en caso de:
- Niños y niñas, adolescentes, mujeres embarazadas y mujeres en periodo de lactancia.
- Personas con hipertensión o problemas cardiovasculares.
- Personas que padecen alteraciones del sueño.
- No las combines con bebidas alcohólicas.
- No las tomes para rehidratarte tras realizar deporte.
- Si las consumes, hazlo ocasionalmente y eligiendo los formatos de menor tamaño, y consulta con tu médica o médico si tomas alguna medicación de manera habitual.
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